Suleyman identifica tres áreas donde la superinteligencia humanista podría tener un impacto transformador. El primero es el compañero personal de IA, diseñado para ayudar a las personas en su aprendizaje, productividad y bienestar, sin reemplazar la conexión humana. El segundo es la superinteligencia médica, capaz de ofrecer diagnósticos y tratamientos a nivel de expertos, ampliando el acceso global a la atención sanitaria. Y el tercero, energía limpia y abundante, donde la IA facilitaría el descubrimiento científico, la optimización de recursos y el desarrollo de tecnologías de generación sostenible.
Esto, en su opinión, implica un conjunto claro de reglas para lograr este modelo, así como cooperación internacional y transparencia. Suleyman dice que Microsoft reconoce el riesgo de que los modelos menos seguros avancen más rápido, por lo que llama a una acción colectiva para evitar que la innovación se imponga sin un control ético. “No estamos construyendo una superinteligencia a cualquier precio y sin límites”, subraya.
En última instancia, el jefe de IA de Microsoft sostiene que la superinteligencia humanista busca mantener a los humanos en el centro de la ecuación tecnológica. Como tal, Microsoft tiene claro que la IA debe estar subordinada, controlable y alineada con los valores humanos, y que su propósito no es reemplazar a las personas, sino amplificar sus capacidades. «La superinteligencia podría ser el mejor invento de todos los tiempos, pero sólo si antepone los intereses de los seres humanos a todo lo demás», afirma.


