Lo mejor de la IA es que se puede actualizar mediante software. Cuando compras un teléfono, éste mejora principalmente a través de actualizaciones de software, no de hardware. Será cada vez más difícil para empresas como Apple convencer a los compradores de que desembolsen 1.000 dólares por un teléfono nuevo cada dos años, cuando las funciones que más aprecian se pueden actualizar con cambios en los servicios en la nube o con actualizaciones de software del teléfono.
La IA también cambia la interfaz del juego. Mientras hablamos con agentes de IA, la gente usará auriculares y, cada vez más, gafas de IA para interactuar con los chatbots de IA. Las gafas utilizarán cámaras integradas para entrada de IA multimodal de fotos y videos.
A medida que las gafas se conviertan en la interfaz principal, la experiencia del usuario probablemente mejorará más con mejores gafas (no mejores teléfonos), con motores de iluminación, parlantes, micrófonos, baterías, lentes y antenas mejorados. Con la inevitable e inexorable miniaturización de todo, eventualmente surgirá una nueva clase de teléfonos con IA que no necesitarán conexión inalámbrica a un teléfono inteligente y contendrán todos los elementos de un teléfono inteligente en las propias gafas.
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